domingo, 24 de junio de 2007

El MAESTRO. REBI SIMEÓN BEN YOJAI

A través de las páginas del Libro del Esplendor discurre la heróica figura del maestro Simeón Ben Yojai: predicando amor; trayendo los otros mundos misteriosos al alcance de los hombres; conduciendo al hombre hacia Dios, y a Dios hacia el hombre; realizando milagros; revelando a un pequeño grupo de escogidos cosas que nunca habían sido reveladas, ni en el cielo ni en la tierra. Tal es la figura del héroe del Zohar, una personalidad con la que las masas han establecido un contacto más íntimo y humano que con otras grandes figuras de la historia religiosa judaica. En los tiempos turbulentos del siglo II, Rebí Simeón había presenciado la muerte cruenta que a su amado maestro Akiba habían dado los romanos. Vio las desgracias a que sometían a su pueblo los dominadores y su corazón se llenó de odio y amargura contra Roma. Un día, durante la visita de Rebí Yehuda, Rebí José y un tal Judah Ben Gerim, la conversación giró sobre la obra de los romanos, de la que Rebí Yehuda era admirador. " Vea todas las ventajas que ellos han traído al país - decía- como caminos, baños, puentes, fuentes, hermosas esculturas y fina arquitectura". Los otros escuchaban en silencio, pero Ben Yojai habló desdeñosamente de los romanos, mostrando que tras sus conquistas no había nada más que egoísmo y materialismo. " Todo lo que los romanos están haciendo -replicó- es para su propio beneficio. Ellos quieren anchas avenidas en que exhibir sus mujeres blancas. Los baños son para su propio placer sexual; los puentes, un pretexto para imponer tributos". Esta conversación llegó a oídos del gobernador romano, y éste tomó medidas contra los ofensores. Rebí Yehuda, que había hablado bien de los romanos, recibió honores. Rebí José, que había permanecido callado, fue desterrado a Sapori; mientras que Ben Yojai fue sentenciado a muerte. Él y su hijo se escondieron en un lugar secreto del Beth Hamidrash, donde su mujer les llevaba alimento diariamente.Pero temiendo que ella fuera forzada, por medio de la tortura, a revelar el sitio donde se ocultaban, huyeron al desierto de Ind, donde se escondieron en una cueva. Inmediatamente, relalta la leyenda, brotó un manantial de agua y salieron algarrobos frente al lugar en que se escondían, alimentándolos durante todo su exilio voluntario, que duró tres años.

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