jueves, 10 de enero de 2008

Corrección.

El músico maravilloso se llama Nitin Sawhney

miércoles, 9 de enero de 2008

Cartas desde un blog.
Para el historiador Henry Kamen.

Estimado Señor Henry Kamen:
Le envío esta carta para felicitarle por su artículo publicado en la prensa española, días antes de Navidad, donde abordaba el peliagudo asunto de la falta de rigor con la que se ejerce la crítica literaria en España, lo que perjudica a la cultura, en general, y a la educación del país, en particular, salvo honrosas excepciones.
En la tradición anglosajona hay algo que destaca en la polvareda general: el respeto a la individualidad. El respeto a la individualidad sólo puede nacer, como es lógico, de la creencia en el individuo. Mi percepción sobre la mediocridad reinante comenzó hace unos años, cuando empecé a ser consciente de lo que me rodeaba, lo que venía intuyendo desde la más tierna adolescencia, no exagero nada, viendo los ambientes, pues, como escribió Auden, al que conviene volver, la sociedad debería estar alerta contra las utopías planeadas por artistas manqués, sobre veladores de cafetería, a altas horas de la noche. A lo que deberíamos añadir: cafeterías a las que no iría jamás Steiner, -por poner un ejemplo conocido en los círculos, eso dicen, superficialmente, me temo, o esa es mi impresión particular-, ni como espectador curioso. Más tarde mi primer poemario aparecería en algunas bibliotecas de EE.UU, no me pregunte cómo, pues no sé quiénes fueron los ángeles bienhechores encargados.
Un buen día encontré un libro escrito por un inglés dedicado a una galería de personajes excéntricos. El hecho en sí, el de la excentricidad, al margen de su defecto o su virtud, ni siquiera se observaría como objeto de estudio en un país como España, porque nunca se ha concebido eso de la diferencia y el respeto al otro. De hecho, la excentricidad sólo puede nacer en un país donde se respetan las libertades ciudadanas. El caso es que en esa galería de excéntricos donde había de todo: científicos, poetas, aventureros, viajeros audaces, surgió en mí, como intuición aproximada, el quid de la cuestión que usted aborda: ¿qué es lo que ha hecho que en la cultura anglosajona se respete la individualidad, al individuo, como tal...? Sabemos cuáles son las democracias más antiguas. Pensaba, eso sí, que los intelectuales españoles, de existir, reaccionarían. Y de pronto, se hizo el silencio, como en los versos de Rilke, aunque de aquellos silencios poéticos surgiría un principio, la señal, el cambio. Y de estos silencios, no estamos seguros, dado el índice de probabilidades reales y la aparición de nuevos videojuegos, que encandilan más a padres y abuelos, que a los hijos.
Nadie reaccionó cuando debería haberlo hecho, pudiendo, y algunos empezamos a pensar, siendo más arriesgados, que, o bien no lo veían venir, o si lo veían venir, el fenómeno del desastre cultural les importaba poco o nada, como beneficiarios directos del negocio, pues la desgracia educativa suele ser un negocio rentable, a corto plazo, del que sacan pingues beneficios aprovechados, listillos, vagos, parásitos y maleantes, durante el tiempo justo hasta que deja de serlo y se descubre el pastel y la cuenta bancaria. Que no falla. Aunque el derroche lo paguen varias generaciones. De ahí la brutalidad, la estafa.
Si de los parados intelectuales han nacido terroristas del pensamiento y la manipulación de conciencias, no digamos de los que han conseguido el puesto haciendo de chicos de los recados o como esbirros de partidos políticos, dando una imagen ridícula, dogmática y sectaria de la cultura, puesto que la mayoría de esos señores son semianalfabetos, - hemos tenido la experiencia memorable-, y si no lo son, imagen que pretenden vender, ignoramos a qué tipo de persona pueden engatusar, inmoralidad social de tal calibre que supera todos los pronósticos-, lo disimulan bien. Quizás pensaban, equivocadamente, que el desastre les traería fortuna a medio y largo plazo, al igual que en las guerras a los estraperlistas. O lo que es peor, en su inconsciencia, no pensaron. La pérdida es la pérdida. Sin estupidez no hay intelectual, escribió alguien. Confío en que los más lúcidos, hombres y mujeres, empiecen a ser conscientes y tomen partido, cuanto antes.
Mientras los que dicen de sí mismos ser inteligentes vivían obsesionados con la idea de la reconstrucción de sus biografías, idealizadas, por tanto extenuadas, la mayoría se encerró en el despacho académico. Esa realidad, que mató el corazón de un poeta al que adoran y al que hubieran hecho la vida imposible de haber sido compañero suyo de pupitre, sólo podía romperse con la aparición de un nuevo objeto de deseo, ante tamaño aburrimiento de aquellos estómagos agradecidos: una hembra con apariencia liberal, en las formas, y la mentalidad de su bisabuela, en el fondo, en la que no asomase ni un resquicio de saber o de inquietud. Y decidieron que la damita boba titulada, - única diferencia respecto a sus bisabuelas-, se adecuaría a su momento, sus modos y sus tiempos. No a los nuevos tiempos ni la mejora de la educación en España. Había que empezar el siglo veintiuno con buen pie, pero patinaron, quedando obsoletos, cayendo en su propia trampa: el viejo verde o el viejo joven avejentado, con la señorita de Murcia o la extranjera desvalida sin Camus. Aunque llamarse Lola o Lulú no impacta al ciudadano, menos aún si es joven, a estas alturas del colegio y latrocinio, incluidas, a la cabeza del ranking, las naciones sin estado, como dicen los expertos.



Ahora recuerdo un librito precioso de Marcel Proust, sobre el que escribí una columna, entre otras, tomándome las molestias, porque no es un autor ni una lectura generacional,- la mayoría es como funciona-: “Sobre la idea de lectura”. Tal como señalaba el libro, es el prefacio que Proust escribió para su traducción de “Sésamo y Lirios” de John Ruskin. Este texto apareció en 1905. Finalmente, Marcel Proust lo incluiría con el título de “Jornadas de lectura”, en “Pastiches y Mélanges”, en 1919. En “Sésamo y Lirios” Ruskin proponía un ideal heroico, platónico y estoico, señalando el valor de los libros y las bibliotecas públicas.
Marcel Proust resume la postura de Ruskin en palabras de Descartes: “La lectura de todos los buenos libros es como una conversación con los más ilustres de otros siglos que fueron sus autores.” Pero Marcel Proust a lo largo de estas páginas continúa con el propósito de llegar hasta la idea de lectura, criticando el hecho de que Ruskin se quede con el mito platónico y no dándole el papel preponderante en nuestra vida espiritual, que él parece darle. “ La lectura se encuentra en el umbral de la vida espiritual, puede introducirnos en ella, pero no la constituye”.
Es ésta una de las ideas esenciales: entrar en comunicación a través de la lectura para llegar al conocimiento de uno mismo. A un tiempo, señalaba los peligros que conlleva la forma de asimilación de la lectura, desde la bibliofilia mal entendida, hasta la sustitución de la vida, por la carencia o inconsciencia del propio ritmo espiritual. En estos casos, se refiere a los espíritus débiles, la lectura debe servir como ayuda para salir del aletargamiento. Maeterlinck nos prevenía contra los peligros de la erudición, incluso de la bibliofilia. “ Estos peligros, por lo demás, cuando existen, amenazan menos a la inteligencia que a la sensibilidad, siendo la capacidad de lectura provechosa mucho mayor entre los pensadores que entre los escritores de imaginación.” Dudo que ahora fuese necesario avisar de nada, a nadie.
También sería interesante, un imposible categórico, por otro lado, descubrir los méritos reales de quienes se ajustan como un guante a las triquiñuelas y corruptelas del país, y en cualquier lugar civilizado no serían consentidos, a pesar de la corrupción generalizada y la crisis existente en toda Europa. Los méritos propios, entiéndase, no los postizos, inventados o amañados - existe una larga tradición, desde mucho antes de La Picaresca-, adquiridos por deudas o favores. Como es lógico, ningún ladrón permite que nadie que no sea de su condición descubra sus ardides.
Puesto que ya va siendo su hora, algunos deberían hacer, a juicio de muchos ciudadanos, hoy, un serio, profundo y exhaustivo examen de conciencia. Termino, manifestándole mi alegría y agradecimiento. En la página que sigue viene un juego divertido. Un afectuoso saludo.


Aplicar las ecuaciones a los textos escogidos, escuchando al músico y compositor hindú, afincado en Londres, Natin Shauhney:


1. Coeficiente de asimetría.



2. Curtosis.


3. Covarianza.


4. Nº de combinaciones.


donde

5. Integral Gaussiana.