martes, 24 de julio de 2007

INFORME: LA MUJER EN ESPAÑA.

INFORME: LA MUJER EN ESPAÑA.

¿QUÉ SIGNIFICA ESO DE “ FÉMINAS ”, QUIÉN TUVO LA OCURRENCIA Y CUÁNDO SE PUSO DE MODA EN ESPAÑA ? ¿ QUÉ SIGNIFICA : “ LA PRESENCIA DE FÉMINAS EN EL ÁMBITO DE LA POESÍA Y EL ENSAYO ” ?

Dedico este artículo, a Manuel Rivas, con el que me reí escuchando, “sin estar de caspa caída”, a una tal “Carmiña, la fulana”.

Reconozco que la intención de la serie de estos reportajes sobre la situación profesional de la mujer en España es buena e intenta transmitirnos algo. En este artículo que empiezo y no sé cómo acabaré, no voy a explayarme en demasía en otros aspectos delatores, pues tenemos las carnes prietas, el corazón sano, y nos están esperando. Así que voy a centrarme, exclusivamente, en el uso de la palabra fémina, por llamarla de algún modo, y ámbito, porque ya no sabemos si clama al cielo, al infierno, o no tiene solución, el problema, -que ha pasado del color grisáceo, por no hablar de las erratas, que padecemos todos, al negro como un tizón-, del uso de la lengua castellana con cierta dignidad. Desde aquí llamo la atención, para que, por favor, si son tan amables y tienen la bondad, nos lo expliquen, porque algunos queremos mejorar y no nos dejan. Contra más lo intentas, más te embrollas. Creíamos que habíamos visto bastante con la utilización de contra más, si habrías ido te habrías enterado, y tema, cuando no se sabe de lo que se está hablando, habíamos pasado la gripe y depresión profunda con el uso de expresiones aberrantes como pienso de que es superfuerte, es como rosa, a nivel de pareja, a nivel de cualificación, a nivel de aquí, allá y acullá y al nivel del agua, nivelándonos de tal modo que echaron el nivel para reconocer si existía o no horizontalidad, cuando un día, estando relajados y a punto de hacer las maletas, nos encontramos con el uso de la palabra fémina, que no sabemos quién empezó a poner en circulación, y ámbito, por motivos diferentes. Paso a detallar, a continuación, desde el asombro, y sin tomar un lexatin para los nervios, las razones de la enfermedad ojiplática, sin entrar, repito, en lo que la mayoría de los intelectuales llaman pedanterías lingüísticas, primero con la palabra fémina, para llegar con ganas a saborear el segundo plato del ámbito en sus ricas salsas, que nos deja con malaje hasta los postres. Y esperen, vayan preparándose, damas y caballeros, porque los postres se están preparando por especialistas en confetis. Con tanto trasiego de bandejas con palabras-ruina, ya no sabemos si estamos gordos o flacos, llenos o vacíos, morenos o blancos, altos o enanos. Y como no hay paisaje ni postal ni foto ni libro ni nada donde comparar ni con lo que comparar el fenómeno estilístico, acudimos a mil diccionarios, que ya decía uno, con los ojos, siendo ciego, lo que muchos no entienden con las manos. Y decía y escribió cien mil veces que la lengua era la base de toda basamenta escritoril, además del gusto y del gustirrinín. Los de provincias, que somos cautos y leemos los periódicos con revista incorporada, solemos coger al tomo por los lomos. Buscando y rebuscando no encontramos fémina en el diccionario, en ningún diccionario, pero sí encontramos lo que paso a escribir, para analizar el asunto peliagudo de la lengua castellana con los ojos bien abiertos y despiertos. Atentos. Aviso a navegantes: quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija.
Hasta hace poco tiempo. Ahora sucede, con demasiada frecuencia, el fenómeno, sin paliativos, siguiente: quien a un árbol se arrima, sin calificativos populares, mejor que eche a correr echando niebla, no vaya a ser que se le venga encima la niebla y le caiga el árbol en la cabeza, si la lleva puesta...
Antes de continuar, nota: si la Real Academia Española, con todos mis respetos, ha incorporado fémina, por exceso de blandenguería, entre otras palabras o palabros, como me pasó con el uso del adjetivo calificativo álgido, con el que me despisté durante una temporada, y no nos hemos enterado en la biblioteca de casa, tengan la condescendencia y el sentido del humor suficiente para hacérnoslo saber, y corregir el error a la mayor brevedad posible. Favor que esperamos merecer y recibir con humildad y la cabeza y orejas gachas, y les agradeceríamos profundamente. Al menos, la que escribe. Vayamos al grano. Encontramos en el diccionario: fembra, (del latín femĭna) f. ant. hembra. Esta es la única palabra que se acerca algo a la actual fémina, en cuyo caso no debería llevar tilde, y lo más adecuado, siguiendo el latín, es que se dijera fembra, y de este modo volveríamos a recuperar la desaparecida f inicial, con faciendo, facendera, facer, fizo o desfizo. Sin embargo, sí encontramos másculo, (del latín mascŭlus) adj. ant. masculino. Siguiendo con lealtad al diccionario de la Real Academia, deberíamos decir: las fembras y los másculos, con tilde, pues sin ella y con errata o por despiste, alguien con mal oído o problemas de visión podría entender, más culos o con más culo. Por la misma razón que hoy, la mayoría, por mimetismo, escribe y dice fémina, que no existe, debería decir y escribir másculo, refiriéndose a los hombres. En definitiva, un mal chiste sin sentido, que suena, además, despectivo, referido a las mujeres, especialmente en la pluma y boca de algunos hombres y mujeres, el colmo de todos los colmos. Pero he ahí, amigos míos, que después del invento, a la última moda, nos encontramos con ámbito, utilizándose el vocablo, como en el caso de tema, como comodín, cuando se ignora el asunto del que se trata o se pretende tratar. Todo ello, a la orden del día, en la prensa, radio y televisión, la literatura y no sigo, sin que nadie haga nada ni diga nada ni tome medidas al respecto. Aunque el patetismo va más allá. No tiene fin. Y el humor negro. En la Corte de los Milagros faltan párrafos por escribir, contar y padecer. Definición de ámbito: ( del lat. ambĭtus, de ambĭre, rodear.) m. Contorno o perímetro de un espacio o lugar. Espacio comprendido dentro de límites determinados. Para referirse al porcentaje de mujeres que escriben poesía, un 15%, según las supuestas estadísticas, la periodista utiliza la palabra ámbito, que en el texto y el contexto, no pega ni con cola. La poesía no es un género literario aunque participe de todos los géneros, y el ensayo, sí es un género literario. Utilizar la palabra ámbito refiriéndose a las mujeres que escriben poesía en España, en ese reportaje publicado hace unas semanas por no recuerdo qué revista, es erróneo, ambiguo y ridículo. Así, el titular nos quedaría, siendo sensatos: EL PORCENTAJE DE FEMBRAS QUE SE ENCUENTRAN EN EL PERÍMETRO O ESPACIO COMPRENDIDO DENTRO DE LÍMITES DETERMINADOS DE LA POESÍA Y EL ENSAYO, REPRESENTA UN 15% EN ESPAÑA. Un titular glorioso que cambiaría por completo el estilo periodístico actual. Participen, queridos amigos, anímense, que hay premio en este juego: el premio de la risa y el de la sonrisa. Todo esto, en lo que respecta al continente. Pasando al contenido, la moraleja es sencilla: cada cual que apechugue con lo que toca, que se esfuerce, trabaje y lea mucho. Y si es inteligente, culta, educada o lo intenta, y agradece la generosidad de los que se toman las molestias, mejor que mejor. Muchos besos. Ángeles Basanta.

viernes, 6 de julio de 2007

SUCESOS EN ROBANIA

SUCESOS EN ROBANIA
A la memoria de Margaret Dumont.

En la Corte de los Milagros faltan párrafos por escribir. Existen circunstancias de difícil catalogación y traducción que tal vez el portero de la casa de sus padres pueda resolver. El portero, un parásito social de la penúltima glaciación proletaria, que cobra un sueldo de alto ejecutivo por estar sentado a la solana, con vivienda de lujo gratuita, - sin exagerar un ápice-, quizás sea el genio que alguno ande buscando todavía, un personaje similar al de milana, bonita, sin inocencia y santidad, y tenga una obra ingente escondida entre su mugre y las calderas. Junto al portero, varios desocupados que vigilan, como el filósofo del barril, sin filosofía, y un señor que mide dos metros, negro cetrino, que compraba los coches en Madrid para salir camuflado con las churris, uno de los personajes más divertidos, del Ayuntamiento de Santa Casporthia y Casthorina, es un anciano de treinta años, con mucho futuro levantando bulos y haciendo de chico de los recados, al que hay que dejar que se exprese con soltura en los papeles, pues podría ser, entre tanto parásito, peligroso como parásito. Hasta la Rosa de Jericó, acostumbrada a las planicies y desiertos, escapó volando convertida en pelusa renunciando a la nacionalidad robaniesa para instalarse en la nacionalidad agropecuaria. He aquí el quid: la conciencia sobre nuestros actos y su intencionalidad. Aunque el quid de todas las cuestiones es éste: una cosa es el gusto y la opinión, en el caso de que se tenga o llegue a tener con el tiempo, que la mayoría, nones, y otra bien diferente el juicio y pensamiento serios, evitando prejuicios, al margen del gusto y la opinión, que nones también, pues requiere un gran esfuerzo, además de una cultura sólida y otras aptitudes. La calidad no tiene que ver con el gusto particular, necesariamente. Resolver el enigma es un imposible categórico en Robania, país fronterizo con Freedonia, con el que no tiene nada que ver, en democracia y estrategia militar, siempre a la cola de todos los proverbios. Supondría la convivencia entre el criterio independiente, que nadie tiene, ejerce, ni se toma las molestias, y eso que llaman crítica, que no leen desde hace tiempo, pues la última vez que lo intentaron sintieron algo parecido a lo que siente una inglesa que sale a hacer las compras con una mosquitera o un gorro de apicultora en la cabeza.
Hay quien se engaña y dice: no veo pero voy a hacer que veo, para no asustar a la clientela, hay quien no ve nada y va con un bastón, y existen aquellos que, viendo poco y con lupa, dicen que ven más de la cuenta. Por la misma razón, algunos comentan que han vivido y presenciado fenómenos extraños, visiones inauditas, hechos fantásticos. A ellos, según cuentan, eso de la STASI les sonaba a una película, o algo así. De ser cierto, eligieron a un chiste gore como sheriff del condado, junto al club subvencionado de los chuscos, que copian que da gloria, y miran, por mirar, hacia otros lados. Ahí están, junto a un catedrático de Pilototía, con p, que debió sacar la ocurrencia pagando la mordida en esa época donde se colocó hasta el más inepto, sin pegar un sello, en cargos que pasman en los países nórdicos. Los abuelos de robanieses, incluidos los de veinte, que también roban mucho y se atreven si se dejan, se vienen caracterizando por su osadía respecto a la valoración de sus bondades y facultades, al igual que los hombretones con taras físicas y psíquicas, lo vienen analizando concienzudamente, se caracterizan por su ambición desmedida, a consta de quien sea, como sea, y con los medios corruptos oportunos al uso, desde mucho antes de las obras completas del escritor provinciano Mr. Armand Palace, que explicando los carismas y matices, lo bordaba.

En cierta ocasión, dando una conferencia un narrador con el letrero: seremos lo que parecemos, referido al gremio de creadores sin sotana, de los que dicen: buenas tardes, a todos y todas, pasó el chiste gore, con ese nervio de perdiz macho alterado, y las ganas feroces con las que les dan calabacines. Si los historiadores, psiquiatras y antropólogos investigasen las causas, situaciones y circunstancias de buena parte de la Historia, y de la Historia de la Literatura, en particular, se quedarían sin trabajo. Desde que aconsejaron a los pirados no creativos que fuesen desinhibidos por las calles, para superar sus complejos y trabajar más desahogados, ya que en ciertos países no se ha llegado al estado de excentricidad que sería deseable, como sucede en Freedonia, modelo ideal a seguir, muchos están bloqueados en la fase oral y anal del aprendizaje. Dicen los expertos que el insulto, después del piropo y la proposición de matrimonio, en varias direcciones, antes y después, es un síntoma de salud democrática, un buen augurio que sitúa a las que lo experimentan en un lugar algo más sugerente, a muchos palmos de la chusma, excluidas, y a varios palmos del cielo, desde donde las observan amorosamente, invitados y humoristas de cine favoritos. Si existen ellas: ¿cómo no van a existir los ángeles y los milagros...? Como el limbo se ha suprimido, las posibilidades de refugio cuando cae el chaparrón se limitan al chubasqueiro, a ponte a camisinha, y la guarida. Eso sí, gracias al título honorífico de Reinas de las Fiestas, a pesar de la burricie, han viajado y conocido a varios extranjeros maravillosos. Sus virtudes serán sus defectos. Hasta Patroclo murió, y las tenía abundantes.
Amados Patroclos, femeninos, masculinos y neutros: el día menos pensado, lo verán sus pertinentes, encuentran a los de la STASI opinando con los que meten susto, o en su casa, en el salón, entre sus libros, poniéndose las botas en sus cocinas, y robándoles sus cuentas bancarias. Y el Señor Voland, riéndose a carcajadas en los abismos. Al acabar el programa, que alguno llamó cultural, pues de algún modo hay que llamar a lo que no tiene nombre ni perdón, dirían los genios bellezones: “espera, machete, que voy a mandarles un mensaje, para que se enteren de lo que vale un peine...” Ver cómo se envalentona lo más ruin, la bazofia y basura de la society, les ha dado gran ilusión y entereza. Después de caer tan bajo y tocar los bajos fondos, sólo les queda construir la nueva Alemania. Perdón, quería decir Robania.
Consideran los expertos del patrimonio artístico nacional, que Robania, después de Liguria, es el segundo país del mundo mundialmente conocido, con más operaciones de cirugía estética. La cirugía cerebral y la cirugía ética se irán incorporando, pensamos con radical optimismo, gracias a unos caballeros andantes con caras de queso de Torta del Casar, exquisitos, al que nos entran ganas de dar un mordisco en los carrillos, ñam, ñam. Si así meten miedo de echar a correr y perderse por los apriscos y los riscos, preferimos no imaginar cómo serían antes del despegue. O siempre se operan los mismos, o el fenómeno no hay quien lo asimile. Divinos de la muerte, unidos, jamás serán vencidos.
Aquí tenemos, jóvenes camaradas, queridos compatriotas, le indica una guía a un miope apuntando a la vitrina de la exposición colectiva, a las alegres comadres del mañana- tras el cristal se encuentran los descendientes y herederos de aquellos personajes pintados por un señor que se apellidaba Solana-; los que hablan de igualdad y feminismo-, en la segunda vitrina, mostrando la cabeza jibarizada que cedió una india graciosa, amablemente, en la última conferencia anual sobre derechos humanos. Señoras y señores, en la última vitrina, encontramos a los que dicen conocer a fondo a una señora que se llamaba María Zambrano, y terminó sus días declarando, -su reino no era de este mundo-, que no tenía interlocutores válidos. Ahí están, sacándose los ojos con un sacacorchos. Querida Margaret Dumont, están llamando a la puerta.

LA HUELLA DEL SECRETO9

-El Camino de Santiago-

La huella del secreto


“El arte parece ser el empeño por descifrar o perseguir la huella dejada por una forma perdida de existencia”. Esta reflexión de María Zambrano bien podría orientarnos en el significado profundo de lo que fue y sigue siendo La Ruta Jacobea. En su sentido primigenio el Camino tenía un significado trascendente de búsqueda y conocimiento, además de un sentido religioso. Pero después de tantos siglos, nos preguntamos: ¿ qué busca el peregrino hoy? Volviendo a María Zambrano deberíamos decir que esa seducción, intrínseca al Camino, necesaria en la vida, disfrazada bajo la máscara de estéticas, orígenes y culturas diferentes, es la búsqueda de una experiencia vital que imaginamos, intuimos diferente. El sentido trascendente del Camino, de hacer cualquier camino, del hecho de tomar una decisión, cualquier decisión, no se ha perdido, aunque a veces se manifieste de un modo que para algunos pueda resultar frívolo, porque la necesidad, el deseo, es una necesidad y un deseo colectivo, que va más allá de la experiencia individual, y ésta, la experiencia individual, consciente o no de ello, ha herededado, a través de la memoria de sus antepasados una brizna de conciencia, una inquietud, que ahora definimos de otro modo.
Tendríamos que decir, siguiendo la reflexión, que hacer el Camino es una experiencia poética, pues aseguramos que al comienzo el peregrino que abre la puerta primera, es uno, y al finalizar el viaje, el peregrino se ha transformado en otro ser que a su vez transmitirá la herencia al resto de los futuros peregrinos. Existen las modas que se imponen cada cierto tiempo, y existen ciertos modelos que se ponen de moda y sirven como ejemplo. Se filtran, en el maremagno de manipulaciones y eventos interculturales, como experiencias auténticas, y por lo tanto, reales. Hablamos de realidad subjetiva, es cierto, pero también hablamos de la realidad objetiva que educa y nos enseña a ser más civilizados: la belleza de un paisaje, el trato con las gentes de los pueblecitos que vamos encontrando a nuestro paso, su generosidad y hospitalidad. Y todo ello tiene además otro sentido que es esencial: en esta zona geográfica, León y provincia, el viajero habita un espacio de transición física y de conciencia.
Como algunos sabios ya han escrito sobre la Historia del Camino de Santiago, las iglesias y ermitas del Camino, su gastronomía y paisaje, he pensado que esta era una buena ocasión para desvelar el secreto, considerando lo que entiendo de interés para su divulgación, y que he contrastado en algunos archivos, llegando a concebir la idea de que ese secreto transmitido tiene mucho más que leyenda, y que la leyenda se funde en él. La descripción que aparece en el libro “ Narraciones y Leyendas del Camino de Santiago”, escrito en el año 1.611 por un autor anónimo, en el título II, Capítulo IV: “De lo que le aconteció al viajero antes de llegar a Foncebadón” coincide con toda exactitud con la realizada por el viajero francés, también desconocido, en su libro:“Apuntes sobre un paisaje leonés”, del que ignoramos la fecha, por su deterioro, abandonado al capricho de su suerte en el tiempo, coincidente a su vez con la descripción realizada por la persona que me transmitió el secreto en Villafranca.
Antes de transcribir del librito que tengo en mis manos el párrafo que nos interesa, debo aclarar al lector atento, para su confianza, que ciertos secretos nos son transmitidos por razones que sólo pueden llegar a comprenderse habitando los territorios de transición donde la lógica natural da paso a la particular lógica de la simpatía y el azar, y que es ella la que guía las conductas en algunas personas que hasta ahora aparecían ante nosotros con la boca sellada.
Si esta razón no es suficiente, mi consejo es que se abandone la lectura del siguiente párrafo:
“ Quedándome un corto tramo para llegar a Foncebadón, me senté en una piedra, junto a la Cruz de Ferro, a descansar mis doloridas piernas, entrándome un profundo sopor a causa del sueño y el agotamiento, cuando de pronto sentí en el hombro derecho el roce de una mano, y al volver la cabeza tuve tal escalofrío que aún tiemblo al recordarlo. Ante mí se encontraba otro peregrino, de regreso, según dijo, pero aquel peregrino que se acercó a hablarme era yo, o mejor, era otro peregrino con mi mismo rostro, cuerpo y manos: “ soy tu yo de regreso, soy tú en el mañana, y me siento feliz pues me has encontrado, antes de proseguir, anticipándote, y ello quiere decir que tu peregrinaje tiene un sentido y llegarás a buen fin”. Una paz, bondad infinita invadió mi espíritu; un estado de gracia tal que no he vuelto a sentir nunca nada parecido. Después de pronunciar el peregrino aquellas palabras se sentó a mi lado, guardando un largo silencio sólo interumpido, de forma apenas perceptible, por el canto de un minúsculo pajarillo blanco. Desapareció, para siempre, el peregrino, y no volví a verle, hasta hoy, día en el que leerás este breve relato”. Ángeles Basanta. Ayuntamiento de León.

PAISAJES DE LA MEMORIA

PAISAJES DE LA MEMORIA

Música: Cuadros para una exposición.


Existen paisajes que, pasado el tiempo, continúan, únicos, manteniendo en nuestra retina su impresión, adormecidos en su sueño atemporal o mimados por la mirada primera del tiempo en que los descubrimos. Son los paisajes de la memoria, rincones escondidos a los que regresamos, una y otra vez, salpicados de luz; la luz primera, el descubrimiento primero, la imagen imperecedera.
Los paisajes pueden cambiar pero siempre son los mismos, los que no somos los mismos somos los viajeros, que vagamos por los caminos y las estrechas carreteras que aprendimos a querer en nuestra infancia y adolescencia, transitando los pueblecitos de la provincia leonesa, aún sin descubrir. Y existe un imaginario colectivo, inventado y reinventado por el viajero de todo tiempo y lugar, desde hace siglos hasta nuestros días, que nos habla de una zona de transición, física y de conciencia, similar a esos espacios marginales donde la imaginación se ensancha y esponja salpicada de minúsculas florecillas o mirando hacia un cielo muy azul, nítido, transparente casi, en el que se unen las nubecillas con el humo de las chimeneas de las casas en invierno. Son los paisajes de la memoria, rincones recónditos a los que regresamos, a los que debemos volver, siempre con la mirada primera, la impresión primera, que perdurará, dejando su huella, en nuestras biografías.
En este lugar de León donde todo es posible, y bien lo sabe el viajero que ha llegado hasta aquí, la magia y la realidad se mezclan en una dimensión única conformando espacios pictóricos de extraña belleza, murales de exóticas simetrías, inmensos tapices recuperados por la mirada de la memoria primera de un fauno, de un peregrino, un eremita fervoroso.
Así, en esta pintura anónima, los tiempos se cruzan, se mezclan, sorprendiéndonos: en un primer plano, santos devotos, figuras minúsculas de formas sinuosas, mitológicas, hombres iluminados, animales salvajes, seres endemoniados, reales e imaginarios, y, casi imperceptibles, destellos de luz que salpican una obra sugerente que da paso a una época, y con ella a la Historia, la leyenda y la magia, llevando, al observador atento, a preguntarse cuáles fueron los orígenes, los motivos, las razones de esa visión fabulosa y realísima. Porque esta obra de aquel eremita genial, del que aún hoy los habitantes más ancianos del Valle Do Seo comentan prodigios, es un cuadro y no es un cuadro; se trata de un documento de época que nos habla de los comienzos de un pueblo, de sus primeros habitantes, de cómo llegaron hasta estos parajes, sus creencias, sueños, sus esfuerzos de supervivencia y su lucha con la naturaleza indomable.
Y si en un primer plano encontramos la cabaña de madera, a los santos rezando, los seres mitológicos y los pequeños animales salvajes, en un segundo plano vemos un asentamiento, pequeñas aldeas dispersas entre gargantas estrechas y valles verdísimos, y pastores miniatura cazando ciervos y jabalíes, en zonas boscosas.
A lo lejos, las montañas conforman un conjunto paisajístico de gran belleza, y el río Do Seo con el rumor de sus aguas, baja despacio hasta llegar a la línea difuminada de un horizonte sin fin, pues detrás de esa línea hay más vida, y lo que existe cruzando la línea divisoria, lo soñamos. Son espacios inexplorados que crea y recrea el eremita, desde un lugar sin tiempo, atizando los rescoldos de la memoria de los hombres venideros para reavivar la llama de un pasado, guiñándonos el ojo en la distancia.
La búsqueda de la soledad llevó a estos raros hombres a lo largo de la Edad Media a recorrer con una voluntad férrea todos los caminos de la geografía peninsular protagonizando un movimiento de protesta que resulta difícil comprender para la mentalidad actual, dada la dureza y austeridad, la renuncia en la que conformaron sus vidas, sus sacrificios. Sin embargo, ese aislamiento, el estudio y la contemplación, hizo de algunos de aquellos hombres y mujeres sabios y visionarios, unos adelantados a su tiempo y al nuestro, tal vez, pues esa renuncia no era otra cosa que la manifestación de la búsqueda de una libertad en espacios vírgenes, aún no explotados por la mano voraz del hombre, huyendo de la raposería y soberbia del poder, al que se enfrentaron. Algunos de aquellos eremitas se convertirían en monjes, creando pequeñas comunidades monacales, tal y como narran las crónicas de la época.
El eremita, al igual que el resto de sus compañeros de aventura, fue muy pobre y renunció a poseer toda clase de riquezas; renunció al oro, tan deseado por sus buscadores, aunque sí los conoció, y a toda clase de aventureros y rapiñadores, que habían llegado hasta esta región del noroeste peninsular atraídos por las maravillas que se contaban de ella, la caza mayor o el ideal de una vida próspera que no habían encontrado en otras partes lejanas, apartados de la enfermedad y la peste que asolaba gran parte de Occidente. En aquel ambiente sano y limpio, contaban los viajeros, los niños crecían robustos, y las gentes tenían una vida feliz. Dispersos por toda Europa: Italia, Francia e Inglaterra, los expertos nos hablan del eremita, y éste, de una época. En el caso que nos ocupa se trata de un superviviente. Aunque algunos aseguran que todavía hoy existen esta clase de personas refugiadas, escondidas en las cuevas de las montañas del Bierzo, que bajan de tarde en tarde hasta las poblaciones cercanas, para contar historias prodigiosas a sus habitantes, en todos los molinos desperdigados por la zona, y, especialmente, cerca del Molino del Agüita.
Respetando su individualidad y su deseo de seguir viviendo como lo han hecho siempre, adaptados a una realidad a un tiempo propia y ajena, parados en un reloj antiguo sin agujas que nadie se ha encargado de reparar jamás, los lugareños no dudan en protegerlos con sumo celo si el viajero desea conocer e indagar abandonando los territorios de la fábula. Sucede así, que todo el que llega a estos parajes imaginarios lleva, de forma inequívoca, el sello de la solidaridad, heredada o aprendida e interiorizada, a través de sus predecesores, que les han inculcado el respeto y el amor por el saber, y la curiosidad necesaria para continuar sus investigaciones sobre el terreno, con rigor y humildad. Algunos habitantes de San Fiz Do Seo, los que quedan, aseguran que el autor de esta obra vive, y que lo han visto alguna vez, pintando, al llegar la primavera, junto a la orilla del río.
Si el artista vive, y el cuadro anónimo data de la Edad Media, según han asegurado expertos conservadores de pintura antigua: ¿dónde, - nos preguntamos-, comienza la ficción y dónde acaba la realidad....? Sólo con la mirada niña e ingenua del pintor eremita se pudieron trazar los rasgos de un paisaje fabuloso, ubicado en el Valle Do Seo, pasando Villafranca del Bierzo, entre caminos intrincados y estrechas carreteras que conducen a Barjas, aún hoy desconocidos para muchos, haciéndonos llegar su historia, del modo que sigue a continuación, pues la pintura acompaña al manuscrito:
“ Cuando leas este manuscrito, no estaré en tu mundo, aunque vivo y existo. Mi vida estará en otra vida, mi paz será otra paz. Verdad es que los hombres necesitan creer de los muertos para hablar de la Historia de sus muertos y de los vivos; y verdad también que la Historia de los vivos y los muertos se confunde, para alguien como yo, que ha vivido y visto tanto a lo largo de estos siglos. Si te cuento mi encuentro con uno de los muertos, creerás que narro una historia fantástica, pues la muerte llama y asusta, pero debes saber que los muertos habitan todo espacio, tiempo y lugar, y aparecen o desaparecen, según capricho del tiempo, en una cadena interminable que acabará cuando llegue el Gran Día. Lo encontré al llegar a la cueva que lleva su nombre, cerca de Santiago de Peñalba, en una noche tan fría que hasta los lobos hambrientos quedaron mudos y ciegos ocultándose en sus madrigueras. El cielo y las estrellas auguraban algo sobrenatural, maravilloso o terrible, en mi vida y en mi muerte. Tras largas horas de camino, extenuado, vi a lo lejos la llama de una pequeña hoguera. Salía de la cueva, y supe que aquel fuego me llamaba en su búsqueda. Continué el camino, temeroso y perplejo, sin saber lo que encontraría allí, y al llegar a la cueva, la hoguera, iluminando un círculo de tierra húmeda en medio de la noche, me invitó a descansar. Entré en la cueva, no había nadie, no había nada. Un silencio absoluto, tan sólo roto por los chasquidos de los leños, me dejó absorto en mis pensamientos. Quedándome adormecido, al cabo, volví a mirar, descubriendo junto a las llamas la pintura que me acompaña. Y con ella, pues doy fe de que lo que hay pintado existe, existió, es cierto, la memoria de los hombres que creímos en una vida mejor más allá de los confines de la tierra. El camino, que empezó siendo un calvario, lo subía y bajaba cada tarde, y entonces, cuando llegué, atravesando El Valle del Silencio, no había nadie que habitase estos inmensos parajes ”. Ángeles Basanta. Diario de León. 20 de febrero de 2005.