miércoles, 27 de junio de 2007

LA BESTIA

LA B E S T I A

Una vez reconocida, auscultada y analizada minuciosamente la bestia que reposa sobre la camilla del laboratorio, la especialista tiene dos opciones: decidirse a hablar sobre la bestia, sacar a la luz pública el descubrimiento del misterioso animal, con todo lujo de detalles, como viene siendo la exigencia, presentar el estudio al resto de sus compañeros investigadores, o esconder a la bestia, protegerla, cuidarla, dejarla tal y como está, a salvo en su existencia fabulosa, pues su estado después de las debidas atenciones es óptimo, y el proceso de involución, tras dar a conocer el descubrimiento, podría ser irreversible si no actúa con suma cautela. Una presencia delicada que ha sobrevivido gracias al mutismo, pues no dice una palabra, aunque emite extraños sonidos del todo incomprensibles al comienzo, con un código secreto que sólo la especialista-investigadora ha podido descifrar, aunque no sabe con certeza en qué momento se originó ese mutismo, ese silencio brutal, pues la bestia está capacitada para emitir sonidos, sus cuerdas vocales se encuentran en perfecto estado, y capacitada, por tanto, para la emisión de un lenguaje, por muy incomprensible, ininteligible, que pueda resultar a la mayoría de los humanos. No, piensa la especialista, no hablar, no decir nada será lo mejor, una vez hechos los análisis restantes, pues buscar adeptos aventajados, además, en esa particular línea de investigación, como ha venido sucediendo, no parece práctico. Porque recuerda... Y al recordar vuelve a pensar que no existen los especialistas aventajados, que eso, al menos, pretendieron hacerle creer, que siempre han sido una invención, y que si existen, de existir, será siempre en otra parte, otro lugar, y que ese lugar queda lejos, y que, de existir, como ella, siempre están investigando, contrastando, al otro lado.
Así que, piensa con prudencia, lo idóneo será que los resultados de la investigación no sean publicados y presentados hasta que no se envíen a los laboratorios extranjeros, si es que se decide a enviarlos, puesto que ellos evaluarán con objetividad el trabajo y su estudio exhaustivo, aunque tiene dudas al respecto, desde los orígenes de su descubrimiento, en aquella gélida mañana del 12 de enero de 2000, hasta la fecha actual, 13 de mayo de 2003, sabiendo con seguridad que a partir de este momento es improbable que nazca un animal de similares características, por imposibilidad científica. Como a la investigadora no le interesa acudir a los laboratorios aledaños ni a los del polígono industrial, ha decidido que el asunto de la bestia que tiene sobre la mesa del laboratorio no saldrá a la luz pública, aunque la presencia esté mirándole con sus inmensos ojos desde otros mundos ignotos, solicitando una respuesta a su existencia, plagada de interrogantes, increíble pero real, tal real que podría dejar la marca de una uña sobre esta hoja, besar esta hoja, tan cierta, que podría manchar esta hoja y el resto de las hojas con una sola lágrima de bestia, una lágrima de risa o una lágrima de tristeza.


Y esa mirada, sí, esa mirada extraña y profunda que solo se asemeja algo a la mirada humana en lo que ésta tiene de mamífera. Esa mirada que trasciende cualquier tipo de mirada analizada en otros animales que, sin tener nada en común con la hermosa bestia, poseían, sin duda, el común talento del mutismo. Pero es que, además, la presencia, para sobrevivir, algo que constató la especialista durante los primeros meses de su estudio, se hacía la idiota, y esa actitud, interiorizada, que podía haber causado su ruina y su muerte convirtiéndola en una hermosa bestia idiota, había cambiado paulatinamente, pues al principio, dada su desconfianza hacia la investigadora, el animal hacía cosas inauditas, como andar a cuatro patas, algo absolutamente inusual en una presencia monstruosa de estas características, por lo demás, indescriptibles, y hacía que no entendía ni sabía entender nada, y jugaba a ser otro animal que no era ella, como había hecho, con toda probabilidad, en innumerables ocasiones, pensaba la investigadora, pues la bestia necesitaba saber, sí, la bestia también necesitaba saber hasta dónde podía llegar su interlocutora, si merecería o no la pena dejarse analizar, auscultar, confiarse a la otra, o si tendría que volver a escapar como un animal escurridizo, aquel que fue encontrado en la fría mañana del día 10 de enero de 2000, en aquellas ruinas, entre los escombros de la demolición que siempre antecede a la que será la última demolición, en esa franja de tiempo siempre imaginario, en ese lapso en el que todo se paraliza y nada existe excepto la presencia y su descubridora: la luz única del animal prodigio, casi mitológico, y la luz irrepetible del animal perplejo.
Ahora la especialista le pregunta a la bestia sus dudas sobre la bestialidad en un monólogo sin respuestas. La bestia está dormida y la mente de la investigadora no reposa un instante desde que siente esa emoción desconocida. Si cede a la explicación científica, a la curiosidad de los otros, reflexiona, deberá recurrir a la metodología habitual, y será expuesta a preguntas de todo tipo. Tendrá que explicar ante los miembros del Comité Científico cómo es la maravillosa presencia, cuándo la descubrió, en qué circunstancias, el lugar, y de qué manera desplazó ella sola el inmenso volumen hasta el laboratorio. Después tendrá que mostrarles a la bestia, presentársela, actuar como si la bestia no supiera lo que existe en la mente de cada uno de los miembros del Comité, presentarla con total y absoluta naturalidad, si es que resisten la prueba sin que les entre el sonrojo, si es que en verdad son valientes, como ella, para comprender, vivir y aceptar la realidad de la bestia, si es que pueden mirar a los ojos inmensos del animal prodigio sin sentir vértigo, aniquilarse o sin sentirse tan pequeños, insignificantes como pulgas, presentar al animal, que entonces hablará, por cierto, porque ya habla :

- Buenos días, señores del Comité. Yo soy la bestia. Estoy encantada de estar aquí y encantada de conocerles, pues llevo mucho tiempo esperando este momento. Y esperemos que no se pasmen...




Porque entonces la bestia habrá aprendido a pronunciar estas palabras en el lenguaje formal de los científicos, y entonces el animal humorístico sabrá defender a la investigadora, y sabrá defender su causa, el derecho que la asiste, la trascendencia de su descubrimiento y de esa experiencia única, la trascendencia de haberse salvado, de estar a salvo, en su absoluta bestialidad:
- Buenos días, señores del Comité. Espero no importunarles con mi bestialidad. Como soy mayor de edad entiendo que no debe recaer toda la responsabilidad de mi existencia bestial sobre el ser que siempre me acompaña.
Pensar en los trámites obligados, desde el inicio hasta el fin, si es que existe realmente un principio, si es que en verdad existe un fin, pensar en las preguntas, las respuestas, en cuáles pueden ser los resultados, a pesar del humor de nuestra presencia, de que sabrá defenderse sola, de que para entonces su lenguaje estará adaptado al lenguaje formal del gremio... Y conocer, sí, porque las conoce, conocer las largas esperas de los otros, sus esperas, en las inmensas salas burocráticas, desde el inicio hasta el fin, si es que en verdad podemos hablar de un principio, si es que existe en verdad un final en los trámites de los trámites -, pensar en los requerimientos de los unos y los otros, en las aburridas, tediosas, largas charlas, conferencias, donde la bestia aparece ante un auditorio, educada y sonriente, pues la bestia tiene la capacidad de sonreír y de reír, y cuando lo hace, el universo todo ríe presentando su existencia... Pensar en la presencia bestial saludando al auditorio...Pensar, pensar...Desde el principio hasta el fin, si es que existe en verdad un principio, si es que en realidad existe un fin, si es que en verdad sucede que alguna vez terminan los trámites de los trámites, en este y en todos los casos....
Todo, todo le provoca tal pereza, le produce tal sopor, que se acuesta a dormir, profundamente, al lado de la bestia, que hace tiempo sucumbió al sueño, como es lógico en una bestia, y sucumbió también a la intriga humorística, al lenguaje, y al aburrimiento de su presentación y representación en escena, y ahora está durmiendo, plácidamente, como si acabara de nacer, otra vez, antes de continuar la dramaturgia, si es que queda algo después del sueño profundo, si es que le quedan ganas después de la siesta, y no opta, por ejemplo, por describir el resto del decorado retórico, que imaginamos pintado en blanco, no sabemos por qué, cómo es el habitáculo, que imaginamos cuadrado, no sabemos por qué, con una ventana pequeña en lo alto de la pared de la izquierda, y si es que no opta por hablar de la camilla donde se encuentra, que imaginamos blanca también, no sabemos por qué, o hablar del amor infinito que sienten ambos animales, que no podemos imaginar de modo alguno, pues se trata de un amor que se asemeja algo, solo algo al amor humano conocido, en lo que éste tiene de mamífero...




Y cuándo, cómo, se preguntará el público asistente y el resto de los especialistas en su curiosidad morbosa, de qué modo, en qué circunstancias, y cómo es posible que suceda....Esa presencia monstruosa que solo pueden llegar a concebir algunos seres en la belleza absoluta de Ícaro cayendo en picado sobre Icario, pues los humanos siempre se han asustado de la belleza, se han horrorizado ante ella. Sienten pánico. Y la bestia es bella y la belleza es bestial, hiriente, casi mitológica:
¿ Cómo va a exponer su descubrimiento ante la Comunidad Científica...? ¿Cuáles serían las supuestas, hipotéticas compensaciones? ¿ Qué ser que no haya perdido su conciencia sobre lo que representa la exquisita bestialidad, podrá concebir, aunque solo sea un instante, un instante, nada más, la presencia absoluta de la bestia...? ¿ En qué momento de la Historia un descubrimiento de estas características, que no se pueden especificar, incluso viendo a la bestia, estando en su compañía, ha sido comprendido por el gremio....? Y, lo que es más importante: ¿ Cuándo ha tenido credibilidad, si es que han tenido el suficiente coraje para enfrentarse al hecho de la existencia real de la belleza absoluta, del amor absoluto....?
¿ Cuándo ha aparecido en escena la bestia sin tener que exponerse al linchamiento y mezquindad de la mirada colectiva del gremio...?
Ahora la presencia se despierta y vuelve a mirarla fijamente, y en esa preciosa mirada ancestral de monstruo terriblemente bello, en esa mirada ensoñadora, encuentra la especialista el mundo de su infancia, aquel mundo que había perdido después de años de estudios inútiles, académicos hasta el espanto. Ahora la presencia se despierta y vuelve a mirarla fijamente. Ella, a su vez, se despierta, bosteza, la mira y siente cómo se despide, para volver más tarde, porque volverá, sin duda, mientras la investigadora baja lentamente de la mesa del laboratorio.

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